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domingo, 30 de mayo de 2010

HUELE A ROMERO HUELE A FIESTA

Cuando estamos dando los últimos coletazos de la Primavera, se comienzan a preparar las Fiestas de San Antonio de Padua.
Recuerdo de pequeña, la ilusión con la que se vivían estas fiestas. La primera señal, era comenzar con la limpieza general en las casas, tanto por dentro como por fuera,  lo que hoy se sustituye por pintura blanca, entonces era la cal, que se daba para blanquear las fachadas y los patios, el olor de esa cal por las calles, anunciaba la aproximación de las fiestas.
Suenas los cohetes casi al amanecer, la salida de los mozos a por el romero para luego confeccionar el Arco, que se hace en la plaza del pueblo.
Bajo este Arco, los niños pequeños de los vecinos y vecinas de Cedillo del Condado y de los pueblos cercanos serán ofrecidos al Santo para que les proteja y les guíe.
Las tardes del mes de Junio, hasta el día de la fiesta grande se hacían larguísimas, siempre teníamos que estudiar para los exámenes y entre estudio y estudio nos escapábamos a la  plaza del pueblo para observar a los feriantes como descargaban sus atracciones.
La noria era las más impresionante, o eso me parecía a mí  ¡ que ganas de montar en ella ! ¡que sensación sería estar en lo alto! y ¡que mareo, cuando subí y bajé! no he vuelto a montar ninguna vez.
Estaban las barcas, haber quien conseguía subir más alto, era una mezcla de fuerza e ingenio.
El tiovivo era más de lo mismo vueltas y vueltas, pero más llevadero.
A los chicos les gustaban más las casetas de tiro, se sentían más mayores.
Esperábamos con impaciencia la llegada de los músicos del ejército (como se decía entonces) que amenizaban las fiestas y acompañaban con su música en la procesión a San Antonio.
Hoy en día ya no se hace, pero antiguamente los músicos se quedaban un par de días por lo menos y el alojamiento y la manutención era por cuenta de los Hermanos de San Antonio, se hacía por rotación de lista, si había algún Hermano que por distintas circunstancias no podía alojar al músico, en su casa, se lo decía a otro Hermano de San Antonio y a cambio de una cantidad de dinero o incluso gratuitamente, este le acogía en su casa.
Una de las anécdotas que me contó mi padre, es que hace mucho tiempo los músicos se desplazaban en tren hasta la Estación de Numancia de la Sagra y desde allí a Cedillo les trasladaban los vecinos en carros tirados por mulas o caballos. Y una de esas veces, el Capitán y director de la banda de música, se negó por su rango y categoría a trasladarse en carro de mulas, y a los Hermanos de San Antonio no les quedó más remedio que pagar a un taxi, para que este señor fuese mucho más cómodo.

              ¡ QUE TIEMPOS AQUELLOS !

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